domingo, enero 10, 2010

Desesperación: Jesús de Perceval


David González
EL DEMONIO TE COMA LAS OREJAS


Camarada, esto no es un libro;
quien toca esto, toca un hombre.

Walt Whitman


LA MAICA
no tiene piños.
Le han caído todos.
Por culpa del caballo primero
y por la mierda de comida
del talego después.
Así la chupas mejor,
le decimos todos.
La Maica está desdentada,
y eso quizá influya en su voz,
una voz
que le viene
que ni pintada
para arrancarse por bulerías.
El Richard se asoma a la perlacha
cada noche,
después del recuento,
y se pone a gritar:
¡Maica! ¡Esa Maica!
¡Cántanos algo! ¡Venga!
Ella se hace la loca,
¡Esa Maica bonita!
¡Venga! ¡Cántate una!
pero siempre acaba
por hacerle caso.
El picoleto de la garita
deja de pasear
de un lado para otro,
se apoya contra el muro,
pone encima su fusil,
enciende un truja
y escucha en silencio
esa voz sin dientes
que nos muerde a todos
el corazón.

1 comentario:

MATISEL dijo...

Hola Antonio, gracias por tus comentarios. Este poema de David lo conocía y me gusta mucho.

A ver si nos vemos el miércoles

Un abrazo