viernes, abril 12, 2013

José Garés Crespo



 Nudo dolente: Amedeo Modigliani


Material de derribo
José Garés Crespo


QUÉ VERDE ERA MI VALLE, BUKOWSKI


Todos los pequeños dioses han comenzado a llorar,
pero di adiós ahora y sal al mar».
Wystan H. Auden

En aquel valle hubo sangre y tierra,
raíces, viento, y ningún blasón.
Antes de que el bien y el mal
fuesen anarquías auxiliares,
mucho antes de que, atemorizados,
huyéramos del naufragio
intentando acoplar nuestro paso al del universo,
antes, murieron la esperanza, la ternura
y apenas pudimos negociar la rabia.
¿Cómo aceptar, pues, que tu mirada
perturba mi revuelta,
que las palabras son las cosas
y tú el espacio donde moran?.
Ahogaste la rabia y copulaste
con la mentira y el amor,
conseguiste pétalos obscenos,
como cualquier milagro,
anillando la frescura
y el pronóstico que nos acorrala.
Qué más da que el tiempo, detenido,
descanse sobre tu frente,
que perdure la muchacha prieta
de desafíos y luces en la frente,
violada por la luz de Modigliani,
como un motín de golpes,
afanes, trompetas y lunas.
La lluvia fina, las aldabas suaves,
los bordes de cristal y tu gospel
fueron constelaciones decadentes
que, todavía hoy, titubean
sobre la hechura triste de la trinidad y el aire solano.


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