jueves, enero 09, 2014

Miguel Ángel Curiel




 Ruben Cukier


Miguel Ángel Curiel

Luminarias

Para no estar gordo subir montañas. Subirlas hasta desaparecer. Trabajar de nuevo con las manos. Mover el cuerpo de uno como si fuera el de otro. Portarnos como si nos comportáramos de otra manera. Si adelgazamos nuestra propia poesía adelgazamos nuestras pasiones. Ser más que estar. Siempre ser aunque no estemos.

Los gordos mueren antes que los flacos. He conocido hombres gordos de gran espíritu. Se elevaban estos gordos con levedad y gracia por encima de muchos flacos que pesaban mas que el hierro y el acero. Uno de los males de nuestro tiempo son los gimnasios. Nunca se ven gordos ahí, sólo hombres fibrosos intentando adelgazar la poca grasa espiritual que les quedaba. Iglesias y gimnasios. Pero no deberían llamarse gimnasios los gimnasios. Sudadores, adelgazadores, innanizadores, o en su defecto sudatorias, o algo así.


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